"El sitio no sólo era agradable, sino perfecto, siempre que se le considerase como un sueño, y no como una superchería. Y si sus moradores no eran artistas no por eso dejaba de ser artístico el conjunto. Aquel joven -los cabellos largos y castaños, la cara insolente- sino era un poeta, era ya un poema. Aquel anciano, aquel venerable charlatán de la barba blanca y enmarañado. del sombrero blanco y desgarbado, no sería un filósofo, pero era todo un asunto de filosofía. Aquel científico sujeto -calva de cascarón de huevo, y el pescuezo muy flaco y largo- claro que no tenía derecho a los muchos humos que gastaba: no había logrado, por ejemplo, ningún descubrimiento biológico; pero ¿qué hallazgo biológico más singular que el de su interesante persona?"
Gilbert Keith Chesterton
sábado, octubre 7
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