jueves, marzo 13

Doce, Trece

Es rubia, es hermosa y su copa de vino tiembla porque ella tiembla. La he visto hace media hora pero no puedo acercarme porque hay demasiada gente a su alrededor, ella, a diferencia de mí, no ha llegado sola.
A la única persona que conozco en este lugar es al que ha organizado la fiesta, pero él, a diferencia de mí, si tiene cosas que hacer, yo permanezco sentado con mi tercera bebida en la mano, aquí todos se conocen y se saludan, a mi no me conocen, no me saludan.
Mi amigo me presenta, en un momento de atención hacia mí, a un grupo de gente, me mantengo con ellos hasta que veo finalizada mi cuarta copa, me alejo para prepararme otra y no vuelvo, me quedo de nuevo en mi silla lejana desde donde la puedo ver a ella.
Llevo ya seis copas y ella se ha dado cuenta de que la veo, no me importa porque mientras me tomo la séptima dejan de importarme muchas cosas, al poco rato deja de importarme también la cara del tipo que la acompaña y que también se ha dado cuenta de que la estoy mirando, no me importa y estoy por servirme la octava copa.
Es a la mitad de la novena que llega mi amigo y me pregunta si estoy bien, yo, que me siento de maravilla, le digo que estoy de maravilla y le digo también que quiero conocer a la rubia de la copa de vino.
Dice que se llama Nancy y que el tipo que me mira y la mira a ella no es su novio, de cualquier manera creo que no me hubiera importado porque yo llego a ella con mi décima copa rebajada a la mitad. Ella ríe y yo me esmero en hacerla reír, me confiesa que su copa de vino no tiene vino pero no quiere decirme que tiene, le digo que la vi temblar y ella me dice que tiene frío, yo no dudo en darle mi chamarra y ella duda un poco en decir que sí.
Me acompaña a servirme la onceava y ella rellena también su copa. Le digo que no regresemos y ella acepta sentarse conmigo, hablamos y bebemos, brindamos y terminamos rápido nuestras copas, me hace esperar un rato antes de ir por más. Hablamos y reímos, ella me dice lo felices que somos y me dice también que algunas cosas le ponen triste, sin embargo ella se mantiene feliz casi todo el tiempo, yo le digo también lo feliz que soy y la veo a los ojos todo el tiempo.
Me sirvo la doceava copa, o quizá era la treceava, no sé bien pues no recuerdo más. He despertado a su lado, sé que estamos aún en casa de amigo, la habitación es una de mis favoritas, es dónde yo duermo cuando me quedo, pero siempre me había tocado dormir solo. Ahora no recuerdo bien si su nombre era realmente Nancy pues he tomado doce o trece copas, ha salido el sol, sé que sigue siendo rubia y sigue siendo hermosa, está dormida a mi lado y no tiembla más.